20 años de metal: Wacken
Wacken y su Festival metálico arrasan con 75.000 personas diarias en su 20 aniversario. Tres días y tres noches de sobredosis heavy en Alemania
Dos redondas décadas ha cumplido en su edición 2009 el prestigioso festival alemán Wacken Open Air (WOA), desde hace años, referente a nivel europeo, y posiblemente mundial, en cuanto a macrocitas metálicas al aire libre. Las altas expectativas por una edición que conmemoraba el 20 aniversario dispararon la venta de entradas de tal manera que, a finales del pasado año, ya se colgó el sold out, con lo que, mas chula que nadie, la organización del WOA se apuntó dos anuncios de «entradas agotadas» el mismo año, porqué también se acabó todo el papel meses antes de la edición 2008, con Iron Maiden como gran reclamo.
De nuevo, cerca de 75.000 camaradas heavies llegados desde todo el mundo (no faltaron ikurriñas y hasta alguna camiseta de la Real) tomaron con buen rollito Wacken, que si bien durante el año es un remanso de paz con vacas pastando plácidamente por sus verdes praderas y apenas 2.000 habitantes, durante el primer fin de semana de agosto se tiñe de negro convirtiéndose en capital mundial del metal. La fe del personal ante este festi es tal que la gente compra su abono sin conocer prácticamente que grupos tocarán. De hecho, para la edición 2010, que se celebrará entre el próximo 5 y 7 de agosto, ya se ha vendido en tiempo record (10 horas) la primera remesa de 10.000 abonos en oferta puesta a la venta.
Es la fidelidad heavy llevada al máximo, a sabiendas de que el WOA jamás defrauda porque tiene semejante prestigio que los grupos lo dan todo y hasta echan la casa por la ventana en cuanto a montaje escénico: el WOA es una oportunidad única, una especie de Champions heavy. Dicho esto, sí ha habido este año en parte cierto desencanto por un cartel en general con pocas estrellas, o al menos, con cabezas de cartel no demasiado espectaculares para un 20 aniversario. Quizás por eso no ha habido con ningún grupo la sensación de llenazo agobiante, y hasta de peligro (afortunadamente), que sí hubo la pasada edición con Iron Maiden.
Maratones metálicos
La primera jornada solía ser hace años un día de calentamiento, con un puñado de grupos actuando por la tarde. Ahora ese primer día, el jueves, es el bautizado como Night To Remember y aunque sigue siendo una jornada «a medio gas» por aquello de que arranca a la tarde, suele estar presidida por algún grupo de alto estatus como Whitesnake, Scorpions o Maiden en 2008. Este año los reyes de la añoranza fueron Heaven & Hell, es decir, Black Sabbath con Dio al frente. Show vistoso y repertorio sobrio con el que reivindicar sabiamente una muy valiosa época de Sabbath quizá no tan valorada al no estar encabezada por Ozzy Osbourne. Pese a la lluvia y el barro, H&H dio muestra de su buen estado de forma y el himno que les da nombre fue coreado largamente en las amplias campas de Wacken. Antes, Running Wild, que jugaban en casa, dieron cancha a su incansable listado de estribillos y melodías típicamente alemanas bajo un diluvio en el que se anunció como su último concierto. Veremos.
Al día siguiente arrancaron ya los cuatro escenarios (tres grandes en la campa principal y uno menor en el exterior donde incomprensiblemente metieron a Turisas el último día) y los horarios habituales, de mediodía hasta las tres de la madrugada, con conciertos casi sin pausa. Entre los grupos mañaneros, leyendas tan dispares como Napaln Death (grind core), UFO (hard) y sobre todo Gamma Ray (power metal) movilizaron a ingentes cantidades de público que no se sintieron defraudadas, cada una en su estilo. A Nevermore se les vio menos enchufados, sobre todo si les comparamos con los australianos Airbourne, que, como el año pasado, volvieron a arrasar plenos de energía a lo AC/DC en uno de los mejores conciertos del festi. Unos muy recuperados Hammerfall dieron más de lo que muchos esperaban, lo mismo que los jovenzuelos y agresivos Bullet For My Valentine, con la chavalería esperando impaciente a verles. A ellos y a In Flames, lejos de su estilo trallero de hace una década. En horario estelar atronaron Motorhead, en su habitual buena línea, y Doro, que se trajo un bonito montaje escénico y un repertorio que incluyó Breaking the Law, de Judas Priest. A gran altura y con entrega máxima, como siempre tratándose de Doro. Otra guapa como Simone Simons centró antes todas las miradas en el show de unos Epica correctos. Cerraron jornada los cada día más grandes Amon Amarth, con no demasiado volumen y show estelar, barco vikingo y guerreros incluidos.
Para el sábado, ya con el buen tiempo que reinó desde primera hora de la tarde del día anterior, destacaban por la mañana los siempre poderosos Rage, que se trajeron un porrón de invitados (entre ellos el cantante de Blind Guardian con una imagen ciertamente dejada), quizá demasiados. Testament repartieron su thrash metal como una apisonadora, sonando atronadores y brillantes. Increíble también la aceptación de In Extremo, combo germano que mezcla folk, instrumentos medievales y algo de tralla metálica, que si bien son perfectos desconocidos aquí (apenas un centenar de asistentes en su concierto de hace unos meses en la Rock Star de Barakaldo), en su país son verdaderamente grandes. La montaron parda. Aunque no tanto como Machine Head, quizá en su mejor momento pese a que siempre han sido un grupo de directo. Pusieron aquello patas arriba y las imágenes que mostraban las pantallas con el público enloquecido eran por si solas puro espectáculo. Bestiales. A Saxon les colocaron prácticamente como cabezas de cartel y aunque siempre gustan y hasta sacaron su águila luminosa, esta vez su repertorio no pareció el mejor.
El show GWAR, que deberían de contratar los de nuestra Semana de Terror, entretuvo a base de guarrería gore y con una imagen monstruosa a la que los mucho más populares Lordi deben mucho. Mientras, Korpiklaani convocaba a una multitud con su folk metal a ratos casi verbenero. Pura fiesta para cerrar un WOA como siempre estimulante, potente y. agotador.
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